jueves, 12 de abril de 2012

Ya ha pasado 1 año y 23 días desde que te conozco.
1 año y 20 días desde que empezaron los quebraderos de cabeza.
9 meses y 14 días desde que lloré delante de ti.
9 meses desde la primera vez que me dijiste claramente algo.
¿El último acontecimiento importante?
Hace exactamente 111 días, 18 horas, 6 minutos y 4 segundos. 
Ese días nos besamos, a escondidas, pero nos besamos. Nuestros dientes se rozaron y nuestros labios no podían separarse. Yo especialmente no podía separarme de ti y buscaba cualquier excusa por ir a por ti toda la noche. 
No me podía sacar la sonrisa que tenía y los tacones no eran impedimento para que fuera tras de ti.
Pero sabía que lo mejor estaba por llegar. Sabía que iba a haber un día en el que nos veríamos y que me sacarías la ropa y yo te la sacaría a ti.
Sabía que iba a haber más que contacto y que no podría olvidar esa tarde, noche o lo que fuese.
Sabía que después de ese día repetiríamos, y sabía que acabaría hasta las trancas de ti.
Mi sonrisa se acabó de un día para otro. Cuando me dijiste todo lo contrario a lo que yo imaginaba en mi cabeza y me dijiste que por favor no dijera nada de lo que había pasado. Entonces mis pensamientos se destrozaron cachito por cachito, hasta llegar a tal punto de salir en forma de dos lágrimas.
Dos lágrimas que fueron sonrisas. Sonrisas y lágrimas que tu provocaste.

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